Desde hace algunas décadas, la Amazonia peruana ve afluir un número creciente de turistas venidos de todo el mundo en búsqueda de un brebaje alucinógeno, la ayahuasca. Se considera que esta sustancia, que se bebe bajo el control de chamanes, provoca visiones y cura una determinada cantidad de enfermedades.
El turismo chamánico se convirtió en una verdadera industria, un fenómeno de moda que invade el espacio público y los medios de comunicación de los países occidentales. Son incontables los testimonios sobre las aventuras psicodélicas de aquellos que, por razones místicas o médicas, viajan a Perú para consumir allí esa poción mágica llamada ayahuasca.
Dada la falta de estadísticas oficiales, es imposible cuantificar esos flujos turísticos que, por otra parte, son muy difíciles de localizar, ya que la mayoría de los viajes se realizan individuamente, dispersándose por el interior de una zona geográfica muy extensa. El número de turistas chamánicos que todos los años visitan la Amazonia peruana se puede calcular en varios centenares, incluso más. Provienen de Europa, de Estados Unidos, pero también de otros países de Latinoamérica, como Argentina o Chile…
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