Las movilizaciones sociales que se vienen desarrollando de manera ascendente a partir del 2006 dan cuenta del agotamiento del modelo chileno, en sus expresiones política y económica. La democracia restringida y tutelada, que no permite la participación de la ciudadanía, sumado a la negación de los derechos sociales y el imperio del mercado por sobre lo público, han venido constituyendo un proceso de malestar social larvado. La sociedad chilena viene cuestionando el lucro y el endeudamiento como parte fundamental de nuestra vida.
En este contexto han emergido diversas expresiones del campo popular, donde organizaciones con distintos intereses e identidades están construyendo paso a paso un movimiento social amplio que ha venido a remecer los cimientos de una sociedad adormecida.
Ambos elementos, el creciente descontento con el modelo y la aparición de un movimiento social, deben considerarse para situar el escenario en que se da la discusión sobre la reforma educacional. Es por tanto un terreno de disputa, de confrontación y lucha de ideas. Lo que está en juego, es la construcción de la sociedad futura, por tanto vivimos un punto de inflexión en esta democracia fallida, que ya no aguanta remedios ni parches, sino que requiere transformaciones estructurales...
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