¿Una candidata experimentada y apoyada por el establishment como Hillary Clinton puede ser derrotada por un hombre tan brutal y resistido –incluso dentro de su propio partido– como Donald Trump? Aunque poco probable, esta posibilidad, que depende del voto de la América profunda, no está descartada.
“The system is rigged” (“El sistema está manipulado”). Ya sabíamos que en Estados Unidos el candidato que obtiene más sufragios a escala nacional no siempre se convierte en presidente; que la carrera por la Casa Blanca ignora a tres cuartos de los Estados en los que el resultado de la votación parece asegurado; que cerca de seis millones de ciudadanos que fueron condenados por la justicia perdieron el derecho a votar; que el 11% de los electores potenciales no disponen del documento de identidad que se exige para poder depositar una boleta en la urna; que el modo de elección concede a los dos partidos dominantes una ventaja exorbitante. Tampoco ignorábamos que el dinero, los medios de comunicación, los lobbies, el reparto de las circunscripciones electorales desfiguran la representación democrática del país.
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