Previsiblemente, la retórica del odio y la criminalización en contra de los inmigrantes ha llegado a Chile. Siendo un recurso usual de la derecha, tanto en Europa como en Estados Unidos, sólo era cuestión de tiempo para que nuestra derecha local asumiera el mismo discurso que suele ser premiado electoralmente en otras latitudes.
Si bien no es la primera vez que se trata de instalar ese tipo de argumentos, las declaraciones del expresidente Sebastián Piñera, que afirmó que la inmigración importa la delincuencia y que “muchas de las bandas de delincuentes son de extranjeros”, sobrepasó todos los límites discursivos que hasta la fecha se habían registrado en el ámbito político. Lejos de abordar de manera reflexiva los innumerables dilemas y complejidades que implica la migración, Piñera optó por la carta reduccionista, que despierta las sensibilidades y conductas más peligrosas. Siguiendo a Rene Girard, la criminalización de los inmigrantes genera una dinámica social de violencia que se explica bajo la lógica de la “mímesis” o imitación social. El deseo mimético, como motor oculto de la cultura, impulsa en las sociedades una propensión al conflicto, en tanto los seres humanos solemos tomar como modelo lo que otros valoran: bienes, pareja o fortuna. A este anhelo Girard lo llama la “rivalidad mimética”, propensión que genera desequilibrios individuales y sociales por la inevitable frustración que crean estos deseos no consumados. Pero esta frustración, que late en el fondo de toda sociedad, puede encontrar un cauce de expresión cuando se produce la elección de un “chivo expiatorio” al cual achacar la causa del desorden y el malestar...
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