El nuevo ropaje de la ultraderecha chilena

Una nueva estrategia de la extrema derecha a nivel global es el despliegue de una política de la polarización basada en romper con lo que consideran la “debilidad del liberalismo”. Esto no es otra cosa que el respeto a los límites mínimos que impone la convivencia democrática. Líderes de extrema derecha como Donald Trump en Estados Unidos, Víktor Orban en Hungría, Geert Wilders en Holanda, Heinz-Christian Strache en Austria, han construido su imagen sobre la base de aparecer como políticos que rebasan lo “políticamente correcto”, etiqueta que engloba a todas las formas de adecuación a normas sociales informales que tienden a evitar la discriminación y a proteger el debate público de un lenguaje ofensivo y descalificatorio, especialmente en razón de etnia, cultura, nacionalidad, género o religión.

La crítica de la ultraderecha a la “corrección política” es simple, y se basa en tres argumentos que se van hilando sucesivamente: en primer lugar, que se trataría de normas hipócritas, ya que esconden los verdaderos pensamientos y sentimientos de las personas. En segundo lugar, que son restricciones altamente coactivas, que limitan la libertad de expresión en campos donde se debería disfrutar de ella. Y, tercero, una vez que se consolidan los argumentos anteriores, el fundamento de fondo: estas opiniones “políticamente incorrectas” no sólo son sinceras y legítimas sino además verdaderas, justas, representativas de los verdaderos sentimientos y razones del “pueblo”...