Sacar el tema de la energía de la palestra técnica y especializada no es tarea fácil. Si una persona común y corriente se propone revisar alguna cifra relativa a la energía requiere enfrentarse a nomenclaturas diversas, que después de identificadas y situadas en prácticas específicas, la conducen a diagramas y flujos propios de sistemas métricos geopolíticos. Mientras los profesionales del rubro mantienen sus diálogos entre conversiones económico- métricas y metáforas complejas, otros se proponen develar cuáles son las verdades y las ficciones de la política energética global.
Con todas estas barreras en mente, propias del lenguaje críptico de este sector, resulta meritorio reconocer cómo los conocimientos y el contacto directo de los ciudadanos con cables, torres, generadores, concreto, entre otros elementos, fueron dando paso a distintas formas de transformar, consumir y vivir la energía a nivel local. Es lo que sucede con los colectivos que gestionan por si mismas su energía, las denominadas comunidades energéticas...
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