En los alrededores del lago Abijatta, en Etiopía, el suelo restalla bajo los pasos del caminante como si estuviera tapizado de chips. Resulta imposible acercarse demasiado a los centenares de flamencos rosados sin correr el riesgo de sentir fisurarse la tierra y dejar surgir el agua. ¡Y con razón! Esta extensión blanqueada por la sal pertenecía antaño al lago, cuyo tamaño disminuyó a la mitad en treinta años. Entre 1973 y 2006 su superficie se fundió, pasando de 197 a 88 kilómetros cuadrados, según las imágenes satelitales recogidas por el investigador Debelle Jebessa Wako. Entre 1970 y 1989, la profundidad de las aguas cayó de trece a siete metros. Los peces desaparecieron, sucumbiendo a una tasa de salinidad que aumentó a medida que disminuía la cantidad de agua. Los otros lagos de la parte central del valle del Grand Rift (Ziway, Shalla y Langano) enfrentan la misma amenaza.
El origen del problema: el “desarrollo a la etíope”, el revés del “milagro económico” puesto por las nubes por los economistas dominantes. El “crecimiento de dos dígitos” durante diez años (de 2005 a 2015) tan alabado por el Banco Mundial descansa principalmente en “la expansión de la agricultura, de la construcción y los servicios”. País sin salida al mar, Etiopía liquida todo para atraer a los inversores extranjeros: agua y electricidad casi gratuitas, y arriendos diez veces inferiores a los precios del mercado, sobre todo en lo textil. Los grandes perdedores son las poblaciones rurales y el medio ambiente...
Texto completo en la edición impresa del mes de abril 2019
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl
Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl