El 2017 es recordado como el año en que la red de distribución de energía eléctrica fue exigida al máximo, a consecuencia de las contingencias climáticas extremas que ocurrieron en la zona central del país. Hubo eventos de corte de suministro eléctrico que dejaron sin electricidad a más de 2 millones de personas, llegando a extenderse por días los tiempos de reposición del servicio. Evidentemente fue necesario implementar medidas que apuntaran a mejorar los estándares de seguridad y calidad de servicio. En este contexto, en diciembre del mismo año se publicó la Norma Técnica de Calidad de Servicio para Distribución, en la que se incluyeron tres aspectos principales: reducir tiempos de corte de suministro; mejorar la atención al cliente final; introducir el concepto de red inteligente a nivel de usuario final.
Adicionalmente. en enero del 2018 se promulgó la Ley 21.076, que en términos generales, obliga a la empresa distribuidora, en la zona de concesión, a reponer el empalme y medidor de energía en caso de situación de catástrofe. Esta nueva regulación, junto con la Norma de diciembre del 2018, se tradujo en que a partir del recambio del tradicional medidor de disco por uno “inteligente”, el conjunto empalme-medidor pasara a ser parte de la infraestructura de la red de distribución y, por lo tanto, el costo traspasado a tarifa en la cuenta del cliente final. Para lo anterior, se llevó a cabo un proceso tarifario “extraordinario” conocido como VAD inter-periodo (VAD: Valor Agregado de Distribución), donde las tres componentes principales de la Norma de diciembre del 2017, se incluyeron en la tarifa de los clientes regulados...
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