Hace tan sólo diez años, reivindicarse socialista en Estados Unidos representaba un desafío mayúsculo. Pero la candidatura de Bernie Sanders en las primarias demócratas de 2016 en un contexto social marcado por la crisis financiera de 2008 devolvió popularidad al movimiento, como lo demuestra este relato de un militante.
“¿Cuándo fue que todo el mundo se volvió socialista?”, preguntaba recientemente, en su portada, la New York Magazine. Para muchos jóvenes estadounidenses, constataba esta publicación de moda, “presentarse como socialista parece más sexy que cualquier otro calificativo”.
Este giro puede sorprender. Durante la segunda mitad del siglo XX, había que ser masoquista para declararse de esa corriente. Más allá del riesgo de ser despreciado o ridiculizado, eso lo ubicaba a uno en los márgenes de la escena política. Yo me uní a los Socialistas Demócratas de América (Democratic Socialists of America, DSA) en 2007, cuando aún era adolescente. En ese entonces era la organización “socialista” más grande de Estados Unidos, la única representada en la Internacional del mismo nombre (de la que se apartó en 2017). El movimiento tenía entonces tan solo cinco mil miembros, en un país, el más capitalista del planeta, con 327 millones de habitantes...
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