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Chisináu opta por un acercamiento al bloque euroatlántico

Moldavia agita el espectro de la amenaza rusa

Mientras Moldavia atraviesa importantes turbulencias económicas vinculadas con la guerra en Ucrania, su gobierno acusa a Moscú de querer desestabilizar el país y acelera su cooperación militar con el bloque euroatlántico. Esta política, que busca garantizar la seguridad del país, podría precipitar en cambio el aumento de las tensiones con la república secesionista de Transnistria, donde hay tropas rusas.

En los estudios de la primera cadena pública moldava, los editores de video y los productores dan el toque final a los reportajes, mientras el noticiero de una cadena rival desfila en una pantalla pegada a la pared. La presentadora lanza un vistazo al guion del tema central del programa de actualidad de la tarde. “Principal información del día: Moldavia ya puede exportar aves y huevos a Europa”, anuncia Elena Bancila.

El noticiero no dirá una sola palabra sobre las declaraciones de las autoridades de la república secesionista prorrusa de Transnistria, una región situada en la región oriental del país, entre el Río Dniéster y la frontera ucraniana. Éstas pretenden haber desbaratado ese día un complot de los servicios de inteligencia ucranianos (SBU) que apuntaban a asesinar a dirigentes transnistrios. “No vamos a transmitir esa información –nos advierte la presentadora antes del programa–. Creemos que es falsa.” En cambio, el texto de introducción de un video que un periodista de la redacción prepara para subir en línea indica que algunos magistrados anticorrupción del país incautaron cerca de 50.000 euros en especias, pertenecientes a una “organización criminal”: la suma debía servir para financiar manifestaciones callejeras orquestada por un partido de la oposición.

Desde el comienzo de la guerra que golpea a su vecino ucraniano, resuenan en Moldavia rumores de golpes de Estado y de maniobras de desestabilización. El conflicto en Ucrania opera como un catalizador de las fracturas y luchas de influencia que se libran Rusia y los occidentales dentro del país. Desde su independencia en agosto de 1991, esta ex República soviética está amenazada por el espectro de la dislocación. Las autoridades centrales de Chisináu, la capital, perdieron en 1992 el control de Transnistria, que se autoproclamó independiente a partir de 1990. Desde ese momento, tropas rusas permanecen en el lugar protegiendo a las autoridades locales prorrusas. En el sur del país, la región de Gagauzia, poblada por una minoría de lengua túrquica, beneficia de una amplia autonomía. Esta región confirmó su anclaje prorruso con la elección, el pasado 14 de mayo, de un gobernador favorable al Kremlin.

Por su parte, el poder central acelera el giro resueltamente pro-europeo adoptado desde que Maia Sandu fuera elegida a la cabeza de Estado, en noviembre de 2020, particularmente gracias al voto masivo de la diáspora (16% del cuerpo electoral) en su favor (1). Con 48 años en ese momento, Sandu eliminó en la segunda vuelta (57% de los votos) a su predecesor prorruso Igor Dodon, jefe del Partido de los Socialistas de la República de Moldavia, con la promesa de estrechar vínculos con la Unión Europea (UE) y de luchar contra la corrupción, un problema endémico en el país. En mayo de 2022, su ex rival fue puesto en prisión preventiva en el marco de una investigación por “traición de Estado”, “corrupción pasiva”, “financiamiento de un partido político por parte de una organización criminal” y “enriquecimiento ilícito”, y luego confinado en su domicilio, una medida que fue levantada en noviembre de 2022.

La guerra en Ucrania hizo deslizar al país en una profunda crisis política y económica. El 12 de marzo pasado, varios miles de manifestantes, llegados en ómnibus de todo el país, se reunían otra vez en el bulevar Stefan cel Mare para corear, bajo banderas moldavas, “¡Jos [abajo] Maia Sandu!”, obligando a los policías uniformados de negro a bloquear el acceso al Parlamento. Detrás de esa protesta, como de las que se organizan en las calles de la capital desde el otoño de 2022, se erige la sombra del oligarca fugitivo Ilan Șor. Condenado en contumacia a quince años de prisión, este hombre de negocios participó del desvío de mil millones de dólares en detrimento de tres bancos moldavos entre 2012 y 2014. La revelación de ese escándalo provocó en aquel momento un vasto movimiento de ira (2) y preparó el terreno para la elección de Sandu.

Desde su exilio en Israel, Sor explota ahora la ira (...)

Artículo completo: 2 210 palabras.

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Glen Johnson

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