En Palestina, el comunismo fue fundado en 1919 por inmigrantes judíos que habían abandonado el movimiento sionista para crear el Partido Socialista Obrero Hebreo. En 1922, adoptó el nombre yiddish de Palestinishe Kommunistishe Partei (Partido Comunista Palestino, PCP). El PCP se unió a la Tercera Internacional (Comintern) dirigida por el Partido Comunista de la Unión Soviética.
Durante toda su existencia, este partido rechazó el sionismo como movimiento colonialista ilegítimo. Los comunistas no creían que los judíos del mundo constituyeran una nación específica y no creían que después de dos mil años pudieran reclamar derechos históricos en Palestina. Rechazaban la Declaración de Balfour por considerarla un puro acto de imperialismo, pedían la expulsión de los ingleses y la creación de un Estado democrático de mayoría árabe, en el que los judíos, incluidos aquellos llegados después de 1918, fueran ciudadanos con los mismos derechos. Durante el Mandato Británico (1922-1948), estas posturas le valieron el odio de la comunidad judía y se lo mantuvo aislado, de modo que le resultó igualmente difícil ganarse el apoyo de los simpatizantes árabes. Sin embargo, la gran revuelta árabe de los años 1930 le permitió reforzar sus filas y ver crecer un poco su influencia entre los trabajadores urbanos. A lo largo de este período, en nombre del “internacionalismo proletario”, hizo constantes llamamientos a la solidaridad entre la población local y la comunidad inmigrante.
El aislamiento del Partido respecto a los judíos se redujo significativamente tras la entrada en guerra de la URSS en 1941. El cambio de postura del Partido respecto al asentamiento hebreo también le permitió ampliar significativamente su audiencia. Un punto de inflexión se había iniciado lentamente al final de la Segunda Guerra Mundial, con la toma de conciencia de la realidad de la empresa de exterminio nazi. El mantenimiento en Alemania de campos para sobrevivientes y refugiados, que ningún Estado occidental estaba dispuesto a aceptar, creó una situación insoportable, que llevó a los comunistas judíos de Palestina a revisar su postura.
El PCP se escindió en 1943. Sus miembros árabes fundaron la Liga de Liberación Nacional bajo el liderazgo de Emile Touma, un joven y brillante intelectual de Haifa que se había hecho marxista mientras estudiaba en la Universidad de Cambridge. Estos comunistas no apreciaron el vuelco de sus camaradas judíos hacia el reconocimiento de una identidad nacional judía en formación y desarrollo.
Por tanto, los miembros árabes no participaron en el congreso del PCP que se celebró en 1944, en el que los comunistas judíos decidieron mantener su apoyo a un Estado democrático independiente en Palestina, esta vez sin especificar si debía ser árabe o hebreo. Meir Vilner, uno de los jóvenes y dinámicos dirigentes del Partido, que había llegado a Palestina desde Vilna en 1938, explicó: “La creación de una república democrática independiente garantizará la plena igualdad de derechos de la minoría judía” (1).
Shmuel Mikounis, el portavoz del Partido, y los demás dirigentes se mostraron muy cautelosos, dudando y preguntándose por el cambio que se estaba produciendo, impulsado por Vilner y su compañera Esther Vilenska y apoyado por muchos jóvenes. Vilner y Vilenska no dudaron en acelerar el avance hacia una línea política original. En marzo de 1945, dirigiéndose a los comités locales del partido, Vilner declaró: “El carácter (…)
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