Las movilizaciones estudiantiles del año 2006, entre otros aspectos relevantes para la época, se constituyeron en el primer hito para repensar el rol de la educación pública. Un proceso que posteriormente fue fortalecido y verbalizado por las protestas universitarias.
Es precisamente en este contexto que, en noviembre del año 2017, a partir de la Ley 21.040, las autoridades de la época crean una nueva institucionalidad para la Educación Pública en Chile. Lo anterior se traduce en el inicio del traspaso de los establecimientos educacionales, jardines infantiles, escuelas y liceos a cargo de las municipalidades a setenta Servicios Locales de Educación Pública (SLEP). De esta manera, los SLEP se constituyen en los nuevos sostenedores educacionales públicos cuya misión es la entrega de una educación integral, de calidad y con pertinencia local, centrado en los aprendizajes para el siglo XXI, para brindar oportunidades de desarrollo a todos los niños, niñas y jóvenes del país.
Los Servicios Locales fueron concebidos, entre otras cosas, para terminar con la municipalización de la educación. Pese a ello, a la fecha, solamente 41 comunas de las 345 existentes en el territorio nacional, han traspasado sus establecimientos escolares a esta nueva institucionalidad, constituyéndose en sí mismo como un indicador de bajo desempeño. Al mismo tiempo, considerando que los primeros SLEP iniciaron su funcionamiento en marzo de 2018 (Barrancas y Puerto Cordillera), es posible sostener que estos seis años de experiencia empírica no han sido suficientes para perfeccionar este modelo de educación pública.
La reciente crisis del SLEP de Atacama pueda servir como ejemplo para identificar lecciones que permitan determinar lo que está funcionando mal en la gestión cotidiana de la educación pública en Chile. No obstante, en términos globales las evidencias advierten que los problemas en la instalación y consolidación de los SLEP corresponden a un problema multicausal, que exige un enfoque de análisis sistémico y participativo.
Considerando que, en una sociedad democrática, la transformación educativa es un proceso enmarañado que requiere de equilibrios entre diferentes actores y concepciones, es muy relevante que los planes de mejora que se diseñen para los SLEP se apoyen en una mirada multidimensional y sistémica. De lo contrario se corre el riesgo que este modelo de fortalecimiento de la educación pública colapse.
Prueba de lo anterior es el llamado que han hecho los municipios para congelar el proceso de (…)
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