Al ver las imágenes satelitales y las informaciones que publican las agencias espaciales, podemos fácilmente decir que el planeta Tierra debería en realidad llamarse el planeta Agua y que éste es un oasis en medio del desierto estelar.
La humanidad, y sobre todo quienes la dirigen, parece no haber tomado consciencia del desafío al cual nos enfrentamos como especie. Se ha instalado en el relato de la opinión pública el discurso de “salvar el planeta” cuando en realidad éste seguirá su curso después de la desaparición de nuestra especie.
Los reportes que pusieron en la mesa los expertos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) (1) durante la Cumbre de la Tierra Rio + 20, eran lapidarios. Todos los Estados fueron representados durante este encuentro, por lo cual ningún responsable político, económico o de la sociedad civil puede decir que no sabía...
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