Los grandes proyectos de planificación urbana no apuntan siempre a satisfacer las necesidades. Para defender la construcción de una línea de tren de gran velocidad (TGV) que pocos desean utilizar o la de un aeropuerto en una región que no lo necesita, los ingenieros, promotores y maestros mayores de obras rivalizan en habilidad y en retórica. Justificar lo inútil se ha convertido en una verdadera cultura cuyas reglas, ritos y ritmos se pueden apreciar, leyendo la conclusión de un seminario -ficticio- consagrado a los grandes proyectos.
Ustedes, constructores de catedrales del próximo milenio, han hecho profesión de fe de una gran nobleza, pero la población no siempre comprenderá el verdadero sentido de sus sueños. “El proyecto que ustedes defienden no sirve para nada”, dirán algunos probablemente ¿Cómo, en estas condiciones, podrán hacer valer sus ambiciones?
Los participantes que acabamos de escuchar supieron transmitirnos su inestimable experiencia, y yo voy a intentar desprender los ejes estratégicos fuertes para el logro de aquellas ambiciones...
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