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Las alianzas de las iglesias en este país africano

La “República pentecostal” de Nigeria

En Nigeria, Iglesia de la Fe Viva epicentro del despertar cristiano en África y en el mundo, el neopentecostalismo, comúnmente conocido como cristianismo “born again”, fomenta el renacimiento evangélico. Este país de África Occidental, potencia demográfica y económica, produjo un número importante de pastores ricos y famosos en el mundo entero. Entre ellos se encuentran David Oyedepo, obispo de la Living Faith Church (Iglesia de la Fe Viva), más conocida como Winners Chapel (Capilla de los Ganadores), cuya fortuna fue valuada en 150 millones de dólares en 2015, y Chris Oyakhilome, fundador de la Iglesia Christ Embassy (Embajada de Cristo), cuyo patrimonio personal fue estimado entre los 30 y los 50 millones de dólares (1). Sus “megaiglesias”, “campamentos de redención” y “ciudades sagradas” reúnen con regularidad decenas, si no cientos, de miles de fieles. Además de los espacios dedicados al culto, estas empresas religiosas transnacionales cuentan con centros de formación teológica, salas de maternidad, clínicas, medios de comunicación, escuelas, e incluso universidades.

Así, en este país de alrededor de 200 millones de habitantes, divididos en partes iguales entre cristianos y musulmanes, surgió un discurso público impregnado de pentecostalismo. El estilo pentecostal no solo se observa en la cultura popular (cine, música, comedia stand up, reality shows, talk-shows), sino también en el sector empresarial y educativo, así como en la administración pública, llegando incluso hasta las más altas esferas del Estado. El papel político que desempeñan los pastores y las instituciones cristianas es tal que algunos investigadores presentan al país como una “República pentecostal” (2).

Renovación carismática
Este “fundamentalismo de cuello blanco” (3), surgió en los años 1970 durante el boom petrolero de Nigeria. Como por arte de magia, empezaron a aparecer millonarios, los cuales no desaparecieron a pesar de la crisis que siguió: una crisis económica, social y política tan profunda como duradera. El discurso neopentecostal, al estigmatizar los usos maléficos de la brujería por parte de las elites políticas y económicas, ofreció en aquel entonces elementos para explicar el enriquecimiento de una minoría. Ante los múltiples escándalos de corrupción, la doctrina de la santidad, que promueve el ascetismo, iba de la mano con la retórica de moralización de la vida pública que estaba en boga. El cristianismo born again se inscribía así en un movimiento más general de repudio hacia la política y de crítica del poder. Simultáneamente y en condiciones bastante similares, se desarrollaba otro movimiento religioso basado en una reforma moral: el islam salafista.

Arraigada en los campus universitarios, la renovación carismática fue sostenida por los jóvenes instruidos de clase media de la ciudad, quienes estudiaban y preparaban su entrada al mercado laboral en un contexto de retirada y privatización del Estado, que venía acompañado de discursos que promovían el éxito y la “resiliencia” empresarial. De hecho, el neopentecostalismo tomó impulso a fines de los años 1980, al reemplazar la doctrina de la santidad por la de la prosperidad procedente de Estados Unidos. La investigadora Ruth Marshall-Fratanie se refiere a esta doctrina, también llamada “teología de la abundancia”, como una “mezcla de textos bíblicos y de psicología popular estadounidense del tipo ‘self-help’ (autoayuda) y ‘personal empowerment’ (empoderamiento personal)” que responde a las (...)

Artículo completo: 1 726 palabras.

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Anouk Batard

Periodista e investigadora.

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