La Porte des Alpes, el centro comercial más importante del área metropolitana de Lyon durante la era del automóvil, ha visto como dos de sus principales cadenas se han mudado a un nuevo barrio de Vénissieux, ciudad en la periferia lionesa. En la carrera por seguir atrayendo a cada vez más clientes ya no basta con las plazas de estacionamiento y los descuentos. Mandatarios locales y distribuidores trabajan codo con codo para imaginar modelos comerciales distintos.
¡No te equivoques de salida, atento al sentido de la circulación, no sea que te toque dar una vuelta! Junto a la autopista A43, muy cerca del aeropuerto de Lyon-Bron, entre circunvalaciones e intercambiadores, se encuentra el centro comercial de la Porte des Alpes. Normalmente hace falta una buena dosis de ingenio para conseguir hacerse con una de sus 4.500 plazas de estacionamiento. Sin embargo, en esta tarde de abril, el tráfico es fluido. Con el confinamiento y el cierre de los comercios no esenciales del centro comercial, las aglomeraciones de una tarde típica de sábado quedan lejos.
A menos de ocho kilómetros al sudeste de la plaza Bellecour –en el centro de la ciudad francesa de Lyon–, las tierras de cultivo de Saint-Priest fueron cubiertas de asfalto y hormigón en 1981 para acoger la construcción de un hipermercado Auchan de 19.000 metros cuadrados. Este mamotreto se convirtió rápidamente en una de las diez tiendas más grandes de Francia en volumen de negocios (1). Completado por un centro comercial de 12.000 metros cuadrados compuesto principalmente por cadenas de ropa, a las que se sumó un Ikea en 1987 y un Leroy Merlin en 1989, la Porte des Alpes se impuso como la principal superficie comercial del área metropolitana de Lyon. “La llamada plataforma periférica adquirió una relevancia total a escala metropolitana, incluso regional. De ahí su ubicación junto a la red regional de autopistas”, analizaba un colectivo de urbanistas (2).
Recorrer a pie la zona da vértigo. Pocos son los compradores que se marchan bolsas en mano en dirección a las paradas de autobús y tranvía que hay detrás de la gasolinera. El antiguo almacén de Ikea permanece completamente vacío en la actualidad. Aunque la fachada sigue luciendo el azul característico de la marca, las grandes letras amarillas fueron retiradas. En septiembre de 2019, la marca sueca de muebles, seguida al poco por Leroy Merlin, se trasladó al municipio vecino de Vénissieux para duplicar la superficie de sus instalaciones. En este mundo totalmente diseñado con el automóvil en mente, a dos pasos de una hilera de árboles recientemente talados, un cartel anima, no sin cierta ironía, a “acudir en transporte sostenible”. Bajo el enorme letrero luminoso que domina la entrada del hipermercado Auchan, otro rótulo presume del compromiso ecológico del centro comercial proclamando que pronto instalará “casas para pájaros, refugios para murciélagos y hoteles para insectos”.
“Es paradigmático del urbanismo comercial de las décadas de 1970 y 1980. Dejabas caer una caja de zapatos en mitad de un terreno agrícola y ya tenías un centro comercial con aparcamiento –comenta Michel Le Faou, vicepresidente de la Métropole de Lyon, delegado de Urbanismo y Política Urbana de 2014 a 2020–. Pero esta es una zona emblemática por otra razón: históricamente, Lyon creció hacia el este. Por ello, muchos comercios se implantaron en estas franjas antaño consideradas periurbanas. Para lograr que el territorio resultara atractivo, era esencial contar con cadenas comerciales ‘icónicas’. Muchos alcaldes pelearon por hacerse con un Ikea. Era la prueba de que el municipio jugaba en las grandes ligas”.
Tejido comercial debilitado
A diferencia de la llamada “carretera del mueble” que empieza tres kilómetros más al este, este polígono comercial siempre ha sido planificado por el municipio de Saint-Priest. Partiendo del primer Conforama, inaugurado en 1967, los comercios y sus zonas de aparcamiento se extienden desordenadamente a lo largo de varios kilómetros siguiendo la antigua carretera nacional 6, paralela a la autopista A43. Bordeadas por incontables paneles publicitarios, las salidas conducen a Conforama, But, Saint Maclou, Darty o Maxi Bazar. Desde un punto de vista urbanístico, este conjunto se considera como un “distrito comercial” que supuestamente debería promover la competencia entre tiendas especializadas en un mismo sector. “La coexistencia de marcas competidoras, la ausencia manifiesta de diseño, organización y jerarquía espacial, la rotación constante de marcas y la saturación de mensajes publicitarios reflejan una estrategia comercial basada en la desorientación de la clientela capturada”, analizan los investigadores del Instituto de Urbanismo de Lyon (3). El actual alcalde de Saint-Priest, Gilles Gascon (de Los Republicanos, de derechas), esboza una sonrisa: “Solíamos apodarlo ‘el bulevar del crimen’ porque los precios eran asesinados para los clientes”.
En cincuenta años, las grandes superficies comerciales se impusieron en el paisaje francés. A día de hoy, controlan más de dos tercios del comercio alimentario y la mitad del no alimentario. “A partir de 1982 y de la descentralización, los ayuntamientos hicieron uso de sus competencias en materia de urbanismo para atraer diversas actividades –explica Roelof Verhage, director del Instituto de Urbanismo de Lyon–. Porque, además, el impuesto profesional [suprimido en 2009] suponía una fuente de ingresos. Pero poco a poco se ha visto que estas prácticas consumían mucho territorio y sobre todo que debilitaban en exceso el tejido comercial de los centros urbanos de ciudades y pueblos”.
Polos atractivos
Alcalde comunista, y después de “izquierda diversa” de Vaulx-en-Velin entre 1985 y 2009, Maurice Charrier fue también vicepresidente de la Comunidad Urbana de Lyon, al cargo de Urbanismo Comercial desde 1995 a 2001. Al igual que sus sucesores, se jacta de haber encontrado un equilibrio: “En el este de Lyon había que responder a las necesidades de un número creciente de consumidores. En aquel momento el objetivo era regular el desarrollo de estos grandes polígonos comerciales periféricos, evitar la competencia anárquica y tratar de conseguir un diseño urbano un poco más coherente”. Un primer Plan de Ordenación de Urbanismo Comercial (SDUC, por sus siglas en francés) (…)
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