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Parte proceso inédito en la historia

La impronta feminista se abre paso en la Constituyente

Por unas horas todo parecía volver a quedar en suspenso. Los anhelos de cambio de la mayoría del país nuevamente chocaban con una brutalidad policial que, en algún momento, dejó de ser noticia. Golpes, guanacos, piedras, gases, rabia, nervios. Miles de chilenos y chilenas seguían desde sus casas la retransmisión de la postergada Convención Constitucional con una incertidumbre que, de alguna manera, se convirtió en una constante desde aquel 18 de octubre.

El 4 de julio a las 12 de la mañana, mientras la ceremonia inaugural de la Convención Constitucional era suspendida, Elisa Loncon, académica, activista y mapuche, esperaba a que las Fuerzas Especiales se retiraran de las afueras del ex Congreso Nacional. Insistía en la necesidad de instalar la cultura democrática: un concepto que, de tan manoseado, termina quedando vacío en su significado. Ante las cámaras, Loncon invitaba a comprender y practicar la cultura del diálogo y de no más represión, una represión históricamente instalada.

Simultáneamente, otra mujer, Carmen Gloria Valladares, lideraba la jornada con la habilidad de alguien que ha dedicado su vida al servicio público. Abogada especializada en derecho constitucional, ex relatora en el Tribunal Constitucional y secretaria relatora del Tricel, la destreza y la templanza que desplegó aquella mañana de máxima tensión, la convirtieron en la otra heroína de la jornada. Luego de varias horas e incontables rondas de votaciones para elegir a los integrantes de la Mesa Directiva de la Convención, Elisa Loncon despejó el inicial clima de desasosiego.

Por primera vez en la historia de Chile, una mujer mapuche se convertía en una de las autoridades más importantes del país. Y también, por primera vez, una autoridad de esa magnitud se dirigía a todas y a todos los chilenos en mapudungún: “Mari mari pu lamngen!” (un saludo hermanos y hermanas), saludando específicamente a los habitantes de cada uno de los territorios del Estado chileno. “Esta Convención que hoy día me toca presidir transformará a Chile en un Chile plurinacional, en un Chile intercultural, en un Chile que no atente contra los derechos de las mujeres, los derechos de las cuidadoras, en un Chile que cuide a la Madre Tierra, en un Chile que limpie las aguas, en un Chile libre de toda dominación. Un saludo especial a los lamngen mapuche del Wallmapu, este es un sueño de nuestros antepasados, este sueño hoy se hace realidad”.

Aquellas palabras, que ya son parte de la historia de Chile, fueron el puntapié inicial de un proceso constituyente que ya está dando señales que invitan a albergar esperanza; la esperanza de estar viviendo un periodo de transformaciones profundas y radicales en su sentido más literal. Pareciera que, en el actual estado de las cosas, solo un cambio que enderece y sane desde las raíces puede propiciar la reconducción de un país que desde hace tiempo está en la encrucijada.

“Fue tremendamente emocionante ese discurso, un símbolo fuerte de ruptura ante una política hegemónica de exclusión de muchos sectores de la población, especialmente pueblos indígenas, mujeres, etc.”, recuerda Bárbara (...)

Artículo completo: 1 627 palabras.

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Clara González

Periodista y abogada.

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