“¿Alguien tiene alguna idea sobre cómo se lleva adelante un programa sin mayoría parlamentaria? ¿Con cuatro senadores en 50 y 37 diputados en 155? ¿La reforma de pensiones, el royalty, la reforma de salud, la reforma tributaria, la laboral? Me cuentan por favor”. Esta frase, de un militante del Frente Amplio, resume las complejidades que debe enfrentar de forma inmediata el presidente Gabriel Boric. No supone imposibilidad, pero es un dato objetivo que determinará todo el curso de su gobierno.
La última elección presidencial fue calificada, con justa razón, como la más importante y decisiva que el país ha vivido desde el fin de la dictadura. En parte, porque el proceso crucial que jugaba su viabilidad política era la Convención Constitucional y su propuesta de nueva Constitución. El triunfo de José Antonio Kast hubiera comprometido gravemente ese proceso y habría llevado a un resultado incierto su desenlace. Ese escenario catastrófico se podría prefigurar como un evento similar al vivido por Colombia, cuando el plebiscito ratificatorio de los acuerdos de paz con las FARC fue rechazado en el plebiscito de 2016. Por lo tanto, el triunfo de Gabriel Boric es también una forma clara de ratificación del curso de cambio constitucional y un respaldo decidido a la Convención y su conducción política, que a su vez hará jurídicamente posible el programa de cambios de Apruebo Dignidad, al proponer la nueva Constitución.
El presidente Boric ha sido claro al afirmar que su responsabilidad ante la Convención es generar todas las condiciones institucionales para facilitar sus deliberaciones: “Más allá de cualquier diferencia política, es importante que el Estado de Chile se ponga a disposición de la Convención respetando su autonomía” señaló al visitar a la Convención Constitucional el martes 21 de diciembre. Esta clara delimitación de funciones augura una agenda de colaboración dinámica, productiva, pero a la vez claramente diferenciada en roles y funciones. La Convención cuenta con una ratificación de su importancia política de la mayor significación, ya que la elección misma de Gabriel Boric ha supuesto la reafirmación de su importancia y un aval a su misión.
El punto crítico que se deberá despejar durante la discusión constitucional dice relación con la posibilidad de que la Convención acorte el próximo mandato presidencial y parlamentario al instaurar una nueva institucionalidad. Al respecto el presidente electo ha sido prudente al afirmar que “es la Constituyente la que tiene la potestad de discutir cuáles son las normas constitucionales de aquí en adelante y cuáles son los aspectos transitorios. No me cabe duda que se actuará con sabiduría en el mejor sentido y pensando en lo mejor para todos los chilenos”. Esta referencia a posibles normas transitorias permitiría dar estabilidad al actual mandato presidencial sin introducir un factor de incertidumbre y discontinuidad política, pero a la vez facilitando las posibilidades de un cambio institucional integral en 2026.
Priorizar el programa
El programa de gobierno de Apruebo Dignidad busca superar los abusos y desigualdades que la enorme mayoría de las chilenas y chilenos reclamó masivamente desde octubre de 2019. En la plataforma que se ha propuesto al país se destacan cuatro perspectivas transversales que recorren cada una de sus propuestas: feminismo, transición ecologista justa, descentralización y garantía del trabajo decente. Además, se señalan prioridades inmediatas para el primer año, que destacan, la estrategia para el control de la pandemia, un plan de reactivación económica, y un plan de (…)
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