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El difícil reacomodo de China en el nuevo escenario

Complejas ecuaciones geopolíticas en una Asia fragmentada

Si los dirigentes chinos creían poder tomarse un descanso, al estar Estados Unidos ocupado en Europa, la carga llevada a cabo contra Pekín por el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, el 14 de marzo pasado, debió caer como un baldazo de agua fría. En vísperas de su encuentro con el más alto responsable de la diplomacia china, Yang Jiechi, el consejero estadounidense difundió ampliamente un cable diplomático proveniente de los servicios secretos que supuestamente probaba que los chinos iban a “ayudar militarmente” a Moscú –sin más pruebas que para las armas de destrucción masivas atribuidas al Irak de Saddam Hussein en 2003, pero poco importa–. A pesar de la desmentida de los interesados, la acusación fue repetidamente difundida por los medios de comunicación del mundo entero.

Al inicio del conflicto, los mismos analistas o casi, estaban a su vez persuadidos de que Pekín iba a aprovechar el frente ruso-ucraniano para invadir Taiwán. Aun cuando se hubiera contemplado tal cosa, el fiasco militar ruso y el alcance de las sanciones aplicadas a Moscú calmarían a más de uno. Para las autoridades chinas, ese no es el desafío inmediato.

La consecuencia más grave, señalada por varias voces en la propia China es que “la guerra debilitará considerablemente a las fuerzas anti-occidentales en el mundo” (1), como lo explica Hu Wei, vice-presidente del Centro de Investigación sobre Políticas Públicas del Consejo de Estado, un think tank gubernamental, en un artículo sorprendentemente crítico de la política del poder. Una perspectiva sombría en momentos en que el país necesitaría amigos –o incluso aliados– para enfrentar la voluntad estadounidense de contener su poder.

Firman declaración
No obstante, la resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas condenando la agresión rusa, el 2 de marzo de 2022, no consiguió la unanimidad. Ni mucho menos. Si bien una mayoría de países la aprobó, aquellos que la rechazaron siguen representando al 51% de la población mundial. En Asia, Japón que cobija a 55.000 soldados estadounidenses, Corea del Sur que recibió a 28.500, se alinearon del lado occidental, al igual que Filipinas, Camboya, etc.. Tokio de hecho aprovechó la situación para reavivar el litigio de 1945, reclamando las islas Kuriles del Sur (llamadas “Territorios del Norte” en Tokio) “ilegalmente ocupadas” (2) por Moscú. Por su parte, el ex primer ministro Shinzo Abe, que sigue conservando el control sobre el Partido Liberal Democrático en el poder, propuso la instalación de armas nucleares sobre suelo nipón –lo cual no “debe más ser un tabú. En el seno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Alemania, Bélgica, los Países Bajos e Italia participan del reparto nuclear y cuentan con [tales] armas” (3).

En la ola de treinta y cinco abstenciones, las de los gigantes asiáticos, India y China, pesan. Sus dirigentes rechazaron alinearse con términos prácticamente idénticos. Nueva Delhi comunicó su “profunda inquietud ante el reciente desarrollo de los eventos en Ucrania”, en cuanto a Pekín, “deploró el regreso a la guerra en el continente europeo”. Y cada uno hizo un llamado al “respeto de la soberanía” y de “la integridad territorial según los principios de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)” (4). Volvieron a coincidir así con los grandes principios de la coexistencia pacífica, adoptados en la Conferencia de Bandung en 1955, en la que participaron el dirigente indio Jawaharlal Nehru y el chino Zhou Enlai. Pero hasta ahí llegan las similitudes, ya que la cuestión de Kiev no aplacó la rivalidad sino-india.

Sin embargo, a los ojos de los medios occidentales la postura india se debe a su no alineamiento histórico –lo cual es una forma de excusa, y hasta de elogio– mientras que la de China confirma... su alineamiento a Moscú. No sólo la abstención india pasa sin más, sino que los dirigentes estadounidenses dan muestras de una rara indulgencia. “Sabemos que India tiene relaciones con Rusia que no son idénticas a las nuestras. Está ok” (5), declaró el portavoz del Departamento de Estado Ned Price... mientras que el consejero Sullivan amenazaba: “Si China le tiende un salvavidas a Moscú, tendrá que pagar las consecuencias” (6).

Es cierto que unos días (...)

Artículo completo: 2 202 palabras.

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Martine Bulard

Jefa de Redacción Adjunta de Le Monde diplomatique, París.

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