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Las resistencias dentro y fuera de los trabajos para la nueva Constitución

La Convención Constitucional y sus enemigos

Un proceso tan complejo e intenso como la Convención Constitucional no podría desarrollarse sin generar resistencias frontales a su actividad. Más aún, sería sospechoso que su trabajo no genere fuertísimas resistencias entre quienes ven amenazadas sus posiciones de poder y riqueza. La prueba verificadora de su capacidad transformadora recae justamente en los vientos en contra que despierta entre quienes deben, por simple lógica, oponerse a su desarrollo. Pero este antagonismo es diverso, proviene de distintos campos, genera variados efectos y utiliza dispares estratagemas.

No se necesita estudiar física para comprender la Tercera Ley de Newton, también llamada “Principio de Acción y Reacción”: si un cuerpo actúa con una fuerza sobre otro (acción), éste reacciona en contra mediante otra fuerza de igual valor y dirección, pero de sentido contrario (reacción). Esta dinámica no sólo se aplica a las fuerzas físicas, sino también a los procesos políticos. Si se requiere hacer un cambio en un sentido determinado, quienes se vean amenazados en su condición de hegemonía o privilegio reaccionarán devolviendo la fuerza en forma directamente proporcional al giro que se busca lograr. Es importante asumir con mucha naturalidad esta realidad. Ello no significa relajarse ante la arremetida de los sectores conservadores, partidarios de determinadas valoraciones, o defensores de las instituciones que buscan mantener el statu quo. Pero no vale la pena generar una reacción que entregue a estas formas previsibles de acción política mayores instrumentos y resonancia de la que merecen. La mejor manera de actuar ante la virulenta campaña que ataca de forma constante a la Convención Constitucional es diferenciar a sus actores y denunciar a quienes están detrás de esta política de agresión permanente. En un análisis muy somero es posible identificar a los siguientes “enemigos de la convención”:

Los mentirosos: Este grupo está actuando desde el día uno y está ubicado al interior de la misma Convención. Se trata de los convencionales de ultraderecha, cuyo único cometido ha sido desinformar y tergiversar el desarrollo mismo del proceso. Prueba de ello han sido las sanciones que ha debido cursar la Comisión de ética en contra de los convencionales Arturo Zúñiga, Marcela Cubillos, y las frecuentes acusaciones en contra del comportamiento de Teresa Marinovic. Vale la pena resaltar que no toda la derecha ocupa esta estrategia de desinformación. Al contrario, convencionales como Cristian Monckeberg y Bernardo de la Maza siempre buscan que sus opiniones se atengan a los hechos y descartan el recurso a las fake news a la hora de referirse al desarrollo de la Convención. De allí que la conducta de quienes hacen uso de la mentira deliberada y permanente quede en evidencia de manera clara.
El problema es que la convención no ha logado un modelo de comunicación que permita unificar las vocerías de forma que la dispersión de las vocerías oficiosas, de los convencionales, queden en un mismo nivel de legitimidad ante los medios. Hoy por hoy aparecen simultáneamente 154 voces comunicando el proceso, y obviamente los grupos mediáticos eligen dentro de ese enorme coro de interpretaciones a aquellas que más favorecen a sus intereses editoriales. Urge una vocería centralizada que conduzca a una interpretación mínima y confiable, día a día.

Los rabiosos: Se trata de los haters del proceso. Este sector no está dentro de la (...)

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Álvaro Ramis

Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

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