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Entre gobierno y Convención

La democracia debe ganar

El nuevo gobierno encabezado por el presidente Gabriel Boric ha comenzado en un contexto muy complejo, marcado por las consecuencias del estallido social, los efectos psicosociales y financieros de la pandemia viral, y en un clima de opinión enrarecido, signado por la oposición frontal de la derecha a la Convención Constitucional. De fondo se siente el temor a una ola mundial inflacionaria (casi estanflacionaria) que puede generar efectos inesperados en una ciudadanía altamente empoderada y demandante, pero profundamente desconfiada de su dirigencia política. Así, el principal y más urgente es el desafío de llevar adelante la gestión gubernamental sin descuidar la culminación exitosa de la última etapa del proceso constituyente y lograr un triunfo en el Plebiscito de salida el 4 de septiembre, lo que también es inseparable del éxito del gobierno.

Sin duda culminar con éxito el proceso Constituyente y obtener un triunfo del Apruebo el próximo 4 de septiembre es crucial. La derecha ya ha desplegado una campaña cada vez más agresiva, basada en sembrar miedo en la población, utilizando todas las plataformas de los medios de comunicación corporativos, con una estrategia de mentiras y confusiones de conceptos que, al no tener fácil respuesta pueden instalar realidades. De todas maneras, es muy cuestionable un alza efectiva del “Rechazo”, ya que lo que se evidencia es dos campos ya decididos y muy homogéneos; otro está en disputa, que en el plebiscito de entrada votó “Apruebo” y que en este nuevo plebiscito puede ser objeto de distintas tensiones y contraargumentos. Por eso el gobierno no puede optar por la prescindencia de cara a ese proceso.

La nueva administración cuenta con un equipo altamente preparado en sus áreas específicas pero mayoritariamente inexperto en la gestión del Estado. A la vez debe armonizar permanentemente a dos coaliciones políticas (Apruebo Dignidad y Convergencia Progresista) que poseen perspectivas históricas distintas y cierta controversia y competencia recíproca en lo inmediato, pero obligadas a convivir y construir equipos conjuntos. No sería adecuado extremar estas disputas, pero a la vez Apruebo Dignidad no puede ceder espacio en función de la natural mayor experiencia en gestión de Convergencia Progresista. La experiencia no se adquiere sin momentos de ensayo y error, por lo que delegar la gestión dura en los viejos cuadros de la antigua Concertación sería entregar el futuro a quienes representan el pasado.

Al frente se sitúa una oposición radicalizada, pero dispersa, sin liderazgos claros, pero tensionada por sectores ultraderechistas. Al no contar con mayoría en el Congreso el gobierno debe conjugar la construcción de diálogos parlamentarios para lograr desarrollar el programa legislativamente, pero a la vez confrontar a los sectores sediciosos que están en esa misma oposición. (...)

Artículo completo: 1 443 palabras.

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Álvaro Ramis

Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

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