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La violencia sexual como arma bélica en el conflicto ruso-ucraniano

Violaciones de guerra, crímenes de guerra

Estamos a comienzos de julio, hace cerca de 40 grados en el pequeño auto que lleva a Tetiana y Lyudmila cerca de la frontera bielorrusa. “Vamos a Yahidne, un pueblo ocupado por los rusos durante casi un mes –explica la primera–. Trescientas cincuenta personas fueron retenidas a la fuerza en el subsuelo del pueblo. Y pensamos que hubo violaciones en ese subsuelo”. Las dos militantes, miembros de la Red Internacional de Ayuda Mutua de Sobrevivientes de Crímenes Sexuales (SEMA, en inglés), están aquí para investigar. En la escuela, abandonada, con los vidrios rotos, el guardián cuenta: “Reclamaron, sí, pero no entregamos a nuestras mujeres a los soldados”. Una mujer se les acerca, indecisa. Cuenta que encontró preservativos en su casa tras la liberación, y terminó por dar el nombre de dos víctimas.

Desde finales de marzo, unas semanas después del comienzo de la guerra, cuando las fuerzas ucranianas comenzaban a liberar algunos pueblos ocupados –Bucha, Irpín y otros–, aparecieron en las redes sociales y en la prensa relatos de violaciones cometidas por las fuerzas rusas sobre civiles ucranianas: una mujer violada por varios soldados delante de su marido; una habitante de Bucha encontrada desnuda en su jardín, apenas cubierta por su tapado de piel, violada antes de ser asesinada; dos adolescentes violadas por cinco soldados que también les destrozaron los dientes... El presidente Volodimir Zelensky habló a comienzos de abril de “cientos de casos reportados”. Representantes de las Naciones Unidas, dirigentes europeos y estadounidenses se indignaron, reclamaron pesquisas e investigaciones exhaustivas. Por primera vez, se habla de la violación como un “arma de guerra” en Ucrania.

Un arma de guerra
Si bien la violación en las guerras siempre existió, la violación como herramienta de guerra se tornó casi sistemática en los conflictos contemporáneos. Se utiliza entonces de manera estratégica por una autoridad político-militar para humillar, destruir, tomar el poder; es empleada sobre todo contra las mujeres, pero también contra los hombres. Fue con el conflicto en la ex Yugoslavia que la violación comenzó a ser reconocida como un arma. Será castigada por primera vez en tanto crimen contra la humanidad por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY, 2001) y como acto de genocidio por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (1998). Las violaciones y la violencia sexual están integradas al Estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI) desde 2002.

Las instancias que examinen los crímenes cometidos durante el conflicto ucraniano tendrán que juzgar las violaciones cometidas desde la invasión rusa de febrero de 2022. Pero no solamente. En diciembre de 2020, la CPI ya había declarado que había “serias bases” para creer que numerosos crímenes de guerra habían sido cometidos en Ucrania desde 2014 –fecha de la anexión de Crimea por Rusia–, incluyendo violaciones y violencia sexual (1).

En 2015, Tetiana y Lyudmila fueron detenidas durante varios días en el Donbás por un batallón pro ucraniano (bautizado Tornado), víctimas de manoseos y de amenazas de violación. En efecto, en ese período, mientras las posiciones de los adversarios eran muy cambiantes en el este de Ucrania y las estructuras estatales estaban derrumbadas, frecuentemente hubo violencia sexual de los dos lados de la línea de frente, en las inmediaciones de los checkpoints o en centros de detención, por parte de los batallones armados y de los servicios secretos del lado pro ucraniano; y por parte de los miembros del “Ministerio de Seguridad” del lado separatista. Violaciones, con objetos, colectivas, amenazas, desnudos forzados, electrocuciones de las partes genitales fueron perpetrados con el fin de humillar, de intimidar, de castigar, de obtener informaciones e incluso, del lado separatista, de robar bienes o dinero.

Según la Misión de Observación de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ucrania (HRMMU, en inglés), esa violencia no era entonces utilizada “con fines estratégicos”, sino sobre todo como método de tortura (2). En un informe de 2021, estimó en cerca de 340 el número de víctimas de violencia sexual desde 2014 en los centros de detención, de las cuales entre 170-200 del lado separatista y entre 140-170 del lado ucraniano. Son (...)

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Ilioné Schultz

Periodista.

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