“Cinco minutos. Le dicen: “¡Seño, está muteá!”. Suspira aún más largo, se acomoda los lentes y sigue. Diez minutos. No comparte la pantalla, se oye muy mal y no graba la clase. Le dicen: “Seño, no se ve, ni se oye, ¡ni graba ná”! Tiene los ojos llorosos. (...)→