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Sindicatos y la relación de poder con la política

El desafío sindical de la negociación colectiva por rama

En Chile, en promedio, de una jornada de ocho horas, tres se trabajan para generar los ingresos que permitirán pagar los salarios y cinco se trabajan para generar la masa de ganancias que obtiene el dueño de la empresa(1). Esto quiere decir que, en general, si la jornada comienza a las 8AM, a las 11AM ya se pagan los salarios y todo el resto es tiempo de trabajo para el capital. Esta relación entre tiempo trabajado para pagar salarios y tiempo trabajado para el propietario de los medios de producción da cuenta de la verdadera desigualdad de ingresos que existe en nuestra sociedad y que las autoridades, gobiernos de turno y medios de comunicación controlados por los grandes grupos económicos no suelen mostrar.

Contrarrestar la relación entre tiempo trabajado no pagado y tiempo de trabajo pagado en la empresa, o, en términos marxistas, reducir los niveles de explotación, es un rol histórico del movimiento de trabajadoras y trabajadores.

Una consecuencia directa de esta explotación la vemos plasmada en dos caras de una misma moneda: por un lado los bajos niveles de salarios y por otro, los altos niveles de concentración de la riqueza.

De acuerdo a los datos de la encuesta suplementaria de ingresos del INE, la mitad de los y las trabajadoras perciben ingresos laborales menores a $460 mil líquidos. Desde luego, bajos salarios tiene un correlato con altas tasas de pobreza en el mundo del trabajo. Si recalculamos la pobreza en Chile sólo teniendo a la vista los ingresos que provienen del mundo del trabajo (salarios y pensiones contributivas), podremos ver que la tasa de pobreza pasa de un 10,8% a un 40% (cálculos Fundación SOL usando microdatos y supuestos metodológicos oficiales). Estos bajos salarios hacen más dependientes a las y los trabajadores de bonos y transferencias estatales. Los bajos salarios también tienen un correlato en los altos niveles de endeudamiento, y en especial del endeudamiento más común en Chile, que es el de consumo. Según datos de la Universidad San Sebastián y Equifax, se registran más de 11 millones de personas endeudadas (incluso más que la cantidad de ocupados/as en Chile) y hay más de 4,1 millones de personas en situación de morosidad, es decir, que no pueden pagar sus deudas. Podríamos decir que esta condición, de bajos salarios y alto endeudamiento, es un desafío crucial que enfrenta el mundo sindical contemporáneo. En la arena de las relaciones de poder, esta combinación es muy beneficiosa a efectos de mantener las cosas como están: la deuda cumple un rol de control y disciplina, cuestión que se hace notoria al momento de decidir, por ejemplo, si participar o no en una huelga.

La otra cara de la moneda es el alto nivel de concentración de la riqueza. Podríamos decir que ahí se ve reflejado el tiempo de trabajo no pagado a millones de trabajadoras y trabajadores. Ese esfuerzo laboral rinde muchos frutos, tantos, que Chile es el país de América Latina con mayor nivel de concentración económica en manos del 1% más rico: aquí, el 1% se apropia del 50% de los ingresos según los datos del Laboratorio de la Desigualdad que dirige Thomas Piketty. La enorme concentración de la riqueza siempre será un desafío para el mundo sindical, pues no se trata sólo de una cuestión económica, también atiende a la forma como se distribuye el poder político en la sociedad.

La negociación colectiva

Naturalmente, existen múltiples factores que ayudan a entender esta dualidad, de extrema concentración de la riqueza y bajos salarios con endeudamiento, pero en Fundación SOL (…)

Artículo completo: 1 845 palabras.

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Gonzalo Durán Sanhueza

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