8M frente a la crisis climática

Un nuevo 8 de marzo nos espera ante un momento histórico a escala global. Un momento de crisis, guerra y genocidio en el que se abren trayectorias cada vez más polarizadas. La crisis ambiental avanza a un ritmo constante y fugaz, como consecuencia del crecimiento económico ilimitado cuyo epítome es el cambio climático.

Cuando ocurre un desequilibrio del proceso metabólico en el cuerpo humano, éste se enferma debido a la anormalidad en las reacciones químicas que interrumpen el proceso. La relación entre la naturaleza y los humanos se puede comprender desde esta analogía, desde la influencia humana en los ciclos naturales en un contexto de interdependencia global de los sistemas sociopolíticos y biofísicos que inciden en el cambio climático global. Nuestros cuerpos y territorios se encuentran profundamente conectados.

El sistema capitalista global en constante expansión, influye en la organización de las interacciones humanas con el medio ambiente, principalmente mediante estructuras de poder hegemónicas corporativas y la concentración de riquezas a partir de una permanente extracción de elementos de la naturaleza cada vez más escasos, muestra de ello, la actual crisis de extinción de múltiples especies a nivel global. Este modelo de extracción permanente es el que ha fracturado la relación de equilibrio con la naturaleza.

Dinámica destructiva

Y son precisamente los métodos de explotación y dominio sobre el medio ambiente por parte del sistema capitalista los que han afectado directamente a las mujeres.

El capitalismo heteropatriarcal depende y vulnera el tiempo y trabajo que mayoritariamente realizamos las mujeres en el ámbito de los cuidados, y al mismo aplica una lógica extractivista similar sobre los bienes naturales, de los que se aprovecha para el lucro del capital sin tener en cuenta sus límites, para su natural regeneración y sostenibilidad. La superación de los límites ecosistémicos ha significado la imposición de un modelo de vida que socava las bases materiales que sostienen la vida, en una dinámica de destrucción y sometimiento que afecta principalmente a mujeres, lo que se demuestra claramente en los efectos que tiene el cambio climático en la naturaleza y en la vida de quienes la habitan.

Las mujeres que habitan el Sur Global han sido una de las tantas víctimas de los impactos desproporcionados del cambio climático, que se suman a la preexistente marginación y situación de vulnerabilidad debido a la discriminación y desigualdad. El sistema capitalista patriarcal bajo sus lógicas extractivas sobre los cuerpos y los territorios han generado zonas de sacrificio ambiental, cultural y social, agudizando en contextos de crisis climática las desigualdades estructurales y la violencia, no permitiendo el pleno desarrollo las capacidades de las mujeres, dejándolas bajo una situación de desmedro, que también afecta al cuidado, a la crianza, a ellas mismas, la orgánica y la lucha por la vida.

La integración del feminismo a la organización ambiental nos ha permitido reconocer que la misma opresión que venimos viviendo como mujeres, viene también avasallando con los territorios. Por ello defendemos la reproducción de todas las formas de vida, de manera digna, y en equilibrio y resiliencia del conjunto de ecosistemas.

No es casual el ascenso al poder de la extrema derecha y de las derechas neofascistas, que vienen a administrar y profundizar el neoliberalismo que muestra su cara voraz, al mismo tiempo que profundiza un modelo que manipula la naturaleza para transformarla en derechos de propiedad privada: el más claro ejemplo es el régimen constitucional de propiedad privada de las aguas de Chile.

Defensa de la (...)