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La reelección de Narendra Modi en juego

La cólera de los agricultores, segundo acto

Los agricultores del Punyab han reanudado la lucha que libraron hace tres años contra la desregulación del sector agrícola. A pesar de su victoria en aquel momento, la cólera nunca se ha calmado del todo en los campos del granero del país.

Barriletes contra drones. Los primeros intentan repeler a los segundos y evitar que arrojen nubes de gas lacrimógenos sobre la multitud. Miles de agricultores se enfrentan a un enorme despliegue policial que intenta bloquear su entrada a la ciudad, cueste lo que cueste. El ingenio y la determinación de los manifestantes. Se trata del regreso de las protestas campesinas que en 2020 y 2021 habían desbordado el país; nunca antes la India contemporánea había visto un movimiento social semejante. La reanudación de las protestas podría ser una espina clavada para el primer ministro Narendra Modi, y complicar su campaña electoral.

Hace cuatro años, los agricultores de la región india de Punyab se alzaron contra la desregulación del sector agrícola, que habría tenido como consecuencia, entre otras, la supresión de las tarifas mínimas garantizadas por el Estado para la compra de trigo y arroz. A ellos se sumaron granjeros de todo el país, especialmente de Uttar Pradesh y Haryana, bastiones del Bharatiya Janata Party (BJP) de Modi. Unidos no tardaron en rodear Nueva Delhi de forma pacífica pero implacable. Ni el frío invernal, ni el coronavirus, ni las porras de la policía fueron capaces de hacerlos retroceder. Poco a poco, la marea humana puso la capital en estado de sitio: inauguraron en la entrada de la ciudad una “república autónoma” que se encargó de organizar y abastecer de alimentos.

Por encima de clases y castas, el movimiento movilizó a terratenientes más o menos acomodados, miembros de explotaciones familiares, trabajadores agrícolas y otros. A medida que el movimiento crecía y se estructuraba, surgían nuevas demandas: la ampliación de los precios mínimos de compra a otros cultivos distintos del trigo y el arroz –una demanda de larga data y una promesa de campaña del candidato Modi antes de su primera victoria a nivel federal en 2014–, o la suspensión de los procesos judiciales a los que se ven expuestos muchos agricultores, así como medidas de apoyo para las granjas sobreendeudadas.

El “segundo acto”

Adepto al camino difícil y reacio a conceder la derrota, Modi terminó plegándose a fines del año 2021. Suspendió sus planes de desregulación del sector, con la esperanza de que las gigantescas concentraciones se dispersaran. La apuesta le salió bien: en noviembre, los agricultores volvieron al campo. Pero a pesar de que Modi retiró las farm bills (proyectos de ley agrícolas) en 2019, el fuego seguía ardiendo bajo las cenizas. Y, desde el punto de vista de los manifestantes, 2024 es el “segundo acto” de la protesta.

Modi no ha tardado en darse cuenta de la amenaza que se cierne sobre su reelección. Por ello está haciendo todo lo que está a su alcance para evitar otro asedio a la capital. El movimiento se concentra en la frontera entre Punyab y el estado de Haryana, que actúa como baluarte “protector” de Nueva Delhi frente a los amotinados. Pero el primer (...)

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Côme Bastin

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