En kioscos: Abril 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

La historia, un arma de guerra

JPEG - 92.3 kio
Carlos Ampuero, Respiro ruinas (Óleo sobre tela), 2020
(www.carlosampuero.com - Insta: @c_ampuero)

Desde que comenzó la guerra en Ucrania, se multiplican las comparaciones con conflictos bélicos anteriores. El propio presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, hace gala de este recurso retórico porque, cuanto más dramático el acontecimiento evocado, más capacidad tendrá de lograr adhesiones para su país.

Es como el juego de las siete diferencias, pero al revés. Más que buscar lo disímil en dos dibujos casi idénticos, hay que detectar los puntos comunes en imágenes dispares, pero que involucran tantos detalles que siempre se podrán encontrar ciertas similitudes. Los tiempos de beligerancia se prestan particularmente a este ejercicio. Analistas y responsables en la toma de decisiones rastrean en el pasado cualquier acontecimiento que pueda estar emparentado de algún modo con la situación actual.

Desde hace dos años, la guerra en Ucrania ha sido comparada con la Primera Guerra Mundial con el pretexto de que también tuvo lugar en trincheras llenas de barro; con la crisis de los misiles en Cuba (octubre de 1962), que amenazaba de igual modo a la humanidad con un holocausto nuclear; con todas las intervenciones exteriores de la URSS (Berlín en 1953, Budapest en 1956, Praga en 1968, Kabul en 1979); con la guerra Irán-Irak entre dos Estados vecinos (1980-1988); con la guerra de Kosovo, que pretendía una liberación del control serbio... Volodimir Zelenski y sus comunicadores sobresalen en este juego. La hambruna de 1933, el Gran Terror estalinista, los conflictos en Afganistán, en Chechenia o Siria, incluso el accidente de Chernóbil: cada tragedia histórica le trae a la mente a Zelenski la invasión a su país. El Presidente ucraniano sabe incluso adaptar las referencias a su público. Ante el Congreso estadounidense, evoca los atentados de Pearl Harbor y los del 11 de Septiembre. Ante los diputados belgas, cita la batalla de Ypres. En Madrid, la Guerra Civil española y la masacre de Guernica, y en la República Checa, la Primavera de Praga (1).

Cuanto más dramático es el acontecimiento, más eficaz la analogía, que despertará empatía para lograr más adhesión. Por eso la Segunda Guerra Mundial figura, lógicamente, a la cabeza de las referencias. Vladimir Putin sólo jura por “la Gran Guerra Patria”; todos sus enemigos son “nazis”. Pero el Presidente ruso se ve él mismo comparado con Adolf Hitler, Mariupol se compara con Stalingrado, la anexión de Crimea con la de los Sudetes... Con la sempiterna referencia a los Acuerdos de Munich de septiembre de 1938, cuando Francia y el Reino Unido acordaron con la Alemania nazi la entrega de esa región de Checoslovaquia al Tercer Reich con la esperanza de frenar sus apetitos expansionistas. Convertido en sinónimo de cobardía y de traición, el episodio sirve desde entonces para descalificar a los defensores del “apaciguamiento” o del más mínimo compromiso ante la escalada bélica, aquellos que se opusieron a la intervención franco-británica en Suez en 1956, a la guerra de Vietnam en los años sesenta, a la guerra del Golfo en 1990-1991... Incluso al general De Gaulle se lo trató de “munichois” [muniqués] por haber firmado los Acuerdos de Evian que pusieron fin a los combates en Argelia.

Malos historiadores

Esta avalancha de analogías no tiene solamente un efecto retórico. La elección de las comparaciones tiene peso a veces en las decisiones estratégicas mismas. El politólogo Yuen Foong Khong demostró así hasta qué punto el recuerdo de Munich impregnaba el pensamiento de los dirigentes políticos estadounidenses durante la guerra de Vietnam, pero no sólo sus discursos, sino también sus reflexiones y debates, al punto de que esto justificaba ante sus ojos la necesidad de una intervención militar. Si hubieran pensado en la experiencia francesa en Indochina en los años 50 y en la derrota de Dien Bien Phu, señala el investigador, tal vez habrían visto a ese país como inexpugnable, lo que los habría llevado a una mayor prudencia. Pero “los dirigentes políticos son malos historiadores”, escribe. “Su repertorio de paralelismos históricos es (...)

Artículo completo: 2 077 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de abril 2024
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl

Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl

Benoît Bréville

Director de Le Monde diplomatique

Compartir este artículo